ReC - Relatos en construcción: La comunidad de la(s) comunicación(es)

Nada y todo inunda nuestra inspiración ahora. A ratos, o casi siempre, quisiéramos escribir todo y nada, dudas y certezas, todo cuando fluye hasta nuestros dedos. Este parto literario, este espacio de letras, de imágenes y sonidos que no sólo se leen, sino que se logran desplegar hasta nuestras llemas y hasta esta pantalla ahora enfrentada y/o apoyada en nosotros. Bienvenidos a la comunidad de la comunicación. Que la construcción de relatos conforme rascacielos.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Ahí estás


Y ahí estás, como si no quisieras que te olvidara,
dejando huellas de ti en todos lados,
trazos de tus susurros, de tus palabras,
en cada rincón que pensé olvidados.

Y ahí estás, como bailando sinuosa en el bar que nos conocimos,
como bebiendo beso a beso, gota a gota de tu cerveza espumosa,
como latiendo intensamente en cada latido que te palpito,
como abrazándome en cada nueva aventura bienvenida.

Y ahí estás, en cada recuerdo presente,
en cada presente... ausente,
en todo instante... ausente.

Y ahí estás, como haciéndote anhelar por mi espíritu,
como esperando cada sonsrisa de mi rostro,
como si por ti se conjugara mi ímpetu...

Son las dos y media de la mañana y ya no hago más que pensarte,
estoy ebrio de tanto extrañarte y tu allí, como siempre, distante,
porque así lo quieres, quizá, por que así yo lo quiero,
para no perder siquiera esa poca parte de ti que aún puedo tener,
tal vez, porque me gusta aún idealizarte aún a sabiendas de cómo eres.
a lo mejor, porque sé que nunca, nunca, nunca, me querrás como te amo.

viernes, 30 de octubre de 2009

Inercia latente

inercia Anoche caminaba en línea recta hacia un destino conocido. Nada se cruzaba en mi camino salvo un par de peldaños de bajada y luego de subida. En ese andar me encontraba cuando frente a mí cruzó un gato blanco. Antes de pasar frente a mis pies, me miró directamente a los ojos y se echó a andar como diciendo “mira, mira como me cruzo y casi te tumbo”. Me miró, y su mirada fue tal que pensé que algo me quería decir. “Va –me dije-, probablemente este felino cuasi alvino tendrá el efecto contrario de uno de su raza pero en tono negro. Estoy listo –seguí reflexionando- a partir de ahora mi suerte será mejor. No es que tenga mal pasar, pero a veces –en realidad, generalmente- quisiera un poco más de fortuna en mi vida, algo más de aventura, una cuota más de aquellos guiños del destino, de Dios o de quien sea, que ayuden a tomar oxígeno con la suficiente calma como para pensar que nada malo pasará, que muchas cosas buenas sucederán”.

Hoy, ha sido un poco extraña la jornada. Un regaño en lo laboral, luego una reconvención; un vuelo fallido, compensado con la oferta de un almuerzo gratuito. Trabajo relativamente intenso –podría serlo más-, una sensación de querer partir temprano, pero mejor no, y una sensación de sueño constante que se viene repitiendo desde hace ya un buen par de semanas. A propósito de aquello es que proyectaba mis vacaciones adherido a un colchón. “Qué destino tiene”, me dije en un momento, -tras realizar la prueba durmiendo todo un fin de semana, con escasamente una hora con los ojos abiertos a propósito de un mendrugo de pan, un vaso de agua y la respectiva visita al sanitario-, por más que duerma sigo teniendo sueño(s) al despertar.

Hora: Dieciocho y seis minutos. Me siento bien por estar donde estoy (trabajando), sin embargo no sé lo que vendrá. Tengo algo de…, no sé, una sensación extraña que no sé cómo denominarla. No me puedo sentir ni mejor ni peor sino todo lo contrario. Parezco levitar pero también caer y luego reflotar, como un listón de madera que es tomado sobre el agua, presionado contra el fondo, para luego ser soltado repentinamente, y volverse a hundir, y luego a flotar, y quedar en la superficie, movido por las leyes de la inercia.

A las dieciocho y quince me pregunto si es válido escribir esto, si es válido publicarlo. ¿Por qué? ¿Para qué? son preguntas reiterativas. “Eres una niñita con un diario de vida electrónico”, me dice mi otro yo. “Necesitaba escribir algo, cualquier cosa”, digo yo mismo como defendiéndome de no sé qué, como si debiera estar a la defensiva por algo. En realidad creo que siempre lo estoy. Es un estado latente que a veces pasa por ausente, pero que sin embargo se expresa de modo potente por lo que recuerdo hoy en día.

Creo que dejaré de escribir. Son las dieciocho y treinta. En llegar a la casa serán las diecinueve y algo. Tomaré onces, y las 20 horas, con su respectiva oscuridad, caerán encima. Será hora de dormir ¿Hasta el otro día? Tal vez. Quizá sean un par de horas. A lo mejor un fin de semana completo. Tal vez, un poco más.

martes, 2 de junio de 2009

Death Note Opening 2 FULL- What's Up People Subbed

Les guste o no el género... esta serie -Death Note- es lisa y llanamente... mortal

martes, 12 de mayo de 2009

El cansancio no existe

Quizá a propósito de pseudos cansancios mentales es que apenas al instalarme en el asiento del microbús, eché la cabeza hacia atrás y, sin ese pensamiento intencional de "quizá podría dormir", en fracción de un par de suspiros me trasladé inmediatamente al pasado.

Primera lección: "Has siempre las cosas como a tí te gustaría verlas hechas para ti"

Recordé una de mis tantas temporadas donde trabajaba aperado de guante de látex, escoba, pala y un par de bolsas negras limpiando todo a mi derredor. Recordé, precisamente, la "primera clase práctica de cómo hacer aseo". El hombre que me guiaba debía tener más o menos la edad de papá, o sea, unos 45 años. Allí lanzó una de sus frases que nunca olvidaré y que mezclaba un poco la condición laboral del momento con aquella situación que en base a mis estudios podría llegar a encontrar: "Siempre, siempre, limpie como a usted le gustaría ver su oficina", me indicaba mientras dibujando una flecha con un paño de franela esculpía el polvo de el último rincón de la oficina del gerente.

Ciertamente, me preguntaba en ese entonces por qué razón don Claudio le ponía tanto ahinco a una labor por la cual era menos que escasamente recompensado. Por supuesto, la duda se incrementaba al ver que la empresa para la cual trabajábamos era una faena minera y se comenzaba a tornar la duda casi en algo amenazante al ver los botines de seguridad provistos de una capa de dos a tres centímetros de barro que posteriormente se posaba en el alfombrado.

Por el sólo hecho de estar bajo su supervisión por al menos un mes, y finalmente ,ya casi por costumbre, mis esfuerzos tendieron "a la excelencia en el aseo" parafraseando la "Charla de Hombre Nuevo" que dictó el prevencionista de riesgos a mi ingreso. Intenté afanosamente desde entonces la búsqueda de "lo radiante" y creo que lo conseguí.

Al terminar cada mes y recibir el sueldo mínimo por mi vocación finalmente terminaba no disconforme con mi labor ni con el pago previamente convenido por mi tarea, sino más bien, con lo percibido por "el Maestro" que debía llevar el sustento para su hogar, financiar los estudios de sus hijos y, para su mayor orgullo, financiar en algo la estadía de "Julita", su hija mayor que estudiaba por esos días Psicología en Valparaíso. Ahí entendí que la frase "has siempre las cosas como..." no se aplicaba en específico a una proyección de sí mismo.

Segunda Lección: El cansancio no existe

EDIFICACIÓN PARA OFICINAS: 1.245 METROS CUADRADOS
EDIFICACIÓN PARA LABORATORIOS: 1232 METROS CUADRADOS.

Rezaba el cartel al ingreso de las faenas. Aproximadamente 500 de esos correspondían a la labor que de lunes a sábado debía desarrollar don Claudio. Desde pasar paños para el polvo a una silla de una sala de reuniones poco utilizada a descascarar el piso corroído por el andar de los mineros era parte de su trabajo. Botar bolsas de documentos descartados y dejar en perfecto blanco los retretes, también.

Diez años llevaba en esa labor. Yo, debía estar algo así como tres meses para pagar la U. Una década en lo mismo, durante seis días a la semana, durante algo así como 10 horas por jornada sin goce de remuneración adicional por sobretiempo desde hace cuatro años por "políticas presupuestarias de la empresa".

- Pero don Claudio, ¿Cómo es que a pesar de que no le pagan las horas extras usted sigue igual con sus diez horas diarias? -Pregunté pensando en "este hombre está algo así como chalado... cualquiera en su lugar se iría a su hora"
- ¿Hemos alcanzado a terminar todo AMBOS en las ocho horas de trabajo?
- Sí -respondí recordando que al menos dos de los 4 días que llevábamos había firmado el libro de asistencia 15 minutos después de mi horario.
- Imagínate esa "pega" para uno sólo ¿La terminarías?
- Uhmmm... yo creo que no... pero qué importa... yo cumpliré hasta que se cumpla mi horario no más...
- ¿Y quién va a mantener mis oficinas el resto del tiempo? ¿Tres meses dijo que quería durar?

Seguí barriendo el pasillo...

- Oiga, don Claudio -pregunté mientras parchaba rústicamente con cinta adhesiva mi dedo índice luego de que una persiana me lo cercenara- y no está cabreao' con esta pega...
- La verdad es que no tanto... igual es relativamente liviana -decía mientras se escuchaba su mano revolviendo un excusado- no hay mucho que pensar... es hacer no más. ¿Por qué? ¿Ya está cansado, amigo?
- No, no... no tanto -dije disimulando el dolor en mi dedo índice y el peso de los botines de seguridad ultraeconómicos que presionaban mis nacientes callocidades.
- La verdad es que no hay por dónde sentirse cansado pues amigo -indicó frenando por cinco segundos su quehacer- los hombres que se sientan en estos sillones sí que tienen que cansarse. Ellos OCUPAN LA MENTE... ese trabajo si es cansador- indicó retomando sus tareas e incitándome a buscar la forma de limpiar cada latita de la persiana sin volver a rebanarme las extremidades.

Desperté en el microbús a escasos metros del paradero cercano a mi casa. Obvio, el pasillo lleno, el timbre malo, mi transporte no se detuvo cuando yo quería. Molesto, avancé desde el fondo del micro donde el conductor, increpándole por su descuido y el mal traer de su "máquina". Malhumorado por el exceso de gente; enardecido por un grupo de más o menos diez estudiantes al borde de la intoxicación alcohólica que usaron su pase escolar para pagar lo menos posible incómodo -por decir lo menos- ante las fallas del bus y quizá iracundo por algún problema familiar, el hombre se limitó a frenar su máquina a mitad de la autopista, lanzó un "bájese aquí si quiere", me lanzó abajo de un empujón, cerró la puerta y partió.

¿Estaría más cansado que yo, me pregunté?
Al instante, el agotamiento con el que subí al microbús pareció irse en el maletero.


jueves, 23 de abril de 2009

Locura solitaria

- La vida no es de merecer, amigo -decía el sujeto aquel que se encontraba agazapado en un rincón del cuarto.
- ¿Cómo así? -pregunté algo intranquilo y con bastante de ignorancia respecto de esa reflexión a mi interlocutor.
- Así nada más pues. Los méritos de poco y nada sirven amigo. Nada sacas con hacer todo lo humanamente posible por hacer algo si ese algo no se hace nada a la vista de aquellos para quienes tú realizas acciones de mérito. No sirve de nada proyectar(se) si esas proyecciones no son... auspiciadas.
- Sigo sin entender -espeté ante la reiteración y la redundancia constante de frases y palabras.
- ¿Y qué sé yo? -dijo el tipo, levantando sus hombros y mirando el piso mientras afirmaba entre sus brazos sus piernas- Al fin y al cabo, yo soy sólo producto de tu imaginación.
- ¿Producto de mi imaginación, dices? ¿Pero cómo?
- Eso pregúntatelo a ti mismo, o sea, no me crees a mí para hablar contigo mismo.
- ¡Jajaja! ¿Ahora me vas a decir que estoy loco?
- Pero ¿Cómo no? Si hasta camisa de fuerza traes...
- ¿Camisa de fuerza?
- Sí, camisa de fuerza. ¿Por qué crees que me ves así agazapado?
- Buen punto... a ver... Sí. Es verdad... Pero me la quito cuando quiero.
- ¡Jajaja! A ver... intenta
- Intento pues... si después de todo es imaginaria -espeté forcejeando contra el atavioso ropaje
- Sabes... mejor quédate dormido.
- No puedo. Menos aún ahora que sé que estoy loco y en un manicomio.
- No puedes estar en un manicomio, imbécil. ¿Quién te iba a traer hasta aquí? Recuerda que siempre has estado sólo, sólo, sólo. Recuerda que siempre buscaste a tu ansiada soledad, a tu queridísimo espacio y... ahí los tienes. Estas en solitario, sin compañía alguna, sin ruido alguno. ¿Eso querías, verdad? Duérmete, será mejor. Así al menos en el sueño estarás con alguien, así al menos en lo onírico crearás y/o recrearás una ¿televisión? al menos, que te hable sin escucharte.
- No puedo dormir...
- Cuenta...
- 1, 2, 3, 4,... 567.585... 967.897... No quiero contar más... no me da sueño...
- Inventa nombres...
- No sé qué son esos... no recuerdo ninguno...
- Inténtalo al menos...
- No... para qué... ya sé que estoy solo... 967.898, 967.899... 2.345.732...
3.547.698...
... 5.369.896...
... 8.967.433...
...

jueves, 26 de marzo de 2009

Abrazo

Nadie más que tú podría hacer que esté donde vuestra voluntad quiera.
Nadie más que tú me movería a favor o en contra de mi voluntad misma.
Nadie más que tú podría hacer que yo esté donde usted quiera que esté.
Nadie más que tú sabe que yo querré estar siempre donde tú estés.

Pecaré de posesivo, opresivo, meloso, caprichoso o receloso
pero no habrá enfrentamiento de voluntades
si se trata de estar de ti distante siquiera un instante.

Creo haberlo dicho antes:
"Cuando busco el silencio
es porque busco que me hables,
cuando pido que te calles
es que no quiero parar de escucharte"

Y es que sé que sólo contigo estaré bien incluso hasta en el desgano
Y es que me has probado que sólo tú eres mi remedio ante la pena y el desasosiego
Y es que sólo tú estás aún cuando yo no haya dicho cuánto es que te he necesitado...

Y es que sólo tú ahora me abrazas... cuando estamos incluso distanciados.